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Crema Catalana

El postre rebelde que no sabías que necesitabas

Bunny, hablemos de cosas serias. Bueno, serias a lo dulce: con una cuchara en la mano y esa capa crujiente de caramelo a punto de romperse.

Si vienes a Cataluña y no pruebas la crema catalana, ¿Realmente has venido? No… No me vengas con que estuviste en la Sagrada Familia, porque aquí lo importante es lo que pasa en tu plato. Y cuando se trata de postres, la crema catalana no es una opción, es LA opción. Esa textura cremosa, el toque de vainilla y cítricos que te deja tocado, y ese crujido glorioso de caramelo que rompe con el golpe perfecto… Venga, no me digas que no se te ha hecho la boca agua.

¿Y lo mejor? No, no cualquier crema catalana vale. Aquí no te voy a recomendar las típicas versiones industriales que se encuentran en todos lados, sino aquellas que te hacen pensar: “Esto es real?”. Así que prepárate, porque te voy a llevar a los mejores sitios donde la crema catalana se sirve como debe ser: con mimo, con historia y con el sabor auténtico que no se olvida.

Prepara la cuchara… y cuidado, que esto engancha 🍮

1. Can Culleretes: La tradición hecha postre

El restaurante más antiguo de Barcelona no necesita filtros de Instagram ni reinvenciones locas. Fundado en 1786 ha sobrevivido a guerras, dictaduras, modas absurdas y hasta la invasión del brunch. ¿Cómo? Sirviendo cocina catalana de verdad, sin maquillaje, con ese sabor que te agarra del alma y no te suelta. Aquí se sirve la crema de toda la vida; cremosa en el centro, aromática, con esa canela que te guiña el ojo y una capa de azúcar crujiente que suena crack.

La receta es la de siempre, sin florituras ni experimentos raros. Si buscas autenticidad y una experiencia catalana de verdad, sin postureos, este es tu sitio.

Además, el local en sí es una joya: paredes llenas de fotos, techos de madera, y un ambiente que mezcla locales, turistas despistados con suerte, y algún famoso que no necesita esconderse.

Así que si vas, ve con hambre y con tiempo. Porque aquí no se come, se celebra.

Y cuando termines tu crema catalana, mira a tu alrededor, respira hondo y sonríe. Estás en uno de los lugares más auténticos de toda Barcelona.
Y eso, Bunny, no se encuentra en ninguna guía turística.

📍 Carrer d’en Quintana, 5 – Barrio Gótico

2. El Glop: ese sitio donde comes como en casa… pero mejor

El Glop es de esos lugares que no necesitan gritar para que los escuchen. Aquí hay brasas, tradición y sabor del bueno, servido con una sonrisa y sin pretensiones. Y, ojo al dato: nació en 1978, en plena explosión de las fiestas mayores de Gràcia. O sea, que el lugar ya empezó con rumba, vino y alegría en vena. No podía salir mal. Desde entonces, ha sido un punto de encuentro para quienes buscan cocina catalana de verdad.

Desde fuera ya te guiña el ojo con sus barricas, sus manteles a cuadros y ese olor a calçots, butifarra y vino que se cuela por la puerta. ¿El secreto? La crema catalana… la crema catalana aquí te la sirven en su cuenco de barro, con esa capa de caramelo que brilla como un charco de sol. De las que te hacen decir: “una más, porfa”.

Tip de amigo: pide una copa de Moscatel para acompañar la crema. No por sofisticación, sino porque combinan como rumba y palmas.


📍 Carrer de Sant Lluís, 24 – Gràcia

3. Ca l’Isidre: la reina elegante del postre

Si te va el rollo elegante pero con sabor a abuela moderna, este sitio te va a hacer ojitos. Ca l’Isidre no es cualquier restaurante. Fundado en 1970, lleva más de 50 años demostrando que la tradición catalana no está reñida con la sofisticación. Vamos, que si la crema catalana fuera una señora, aquí llevaría perlas y Chanel… pero sabría hacer sofrito como los dioses. 

¿El artífice de esta joya? El señor Isidre Gironès, un maestro de la cocina catalana de mercado que ya cocinaba con amor antes de que eso fuera una etiqueta foodie. Y aunque él ya no está al mando, la casa sigue en manos de su hija, Nuria Gironès, que ha sabido mantener el listón alto sin perder ni una pizca de alma.

Y por si lo dudabas, sí: grandes nombres como Woody Allen, Ferran Adrià o los Reyes de España han pasado por sus mesas. Pero tranquilo, que tú también puedes sentarte sin tener que llevar corona. 

Aquí vienes a comer, a brindar y a decir “ufff” con la boca llena.

 

📍 Carrer de les Flors, 12 – El Raval

Y ahora que ya tienes el mapa dulce de la ciudad bien memorizado y las papilas gustativas pidiendo guerra, te lanzo un último capricho… 👀

Remata esta ruta cremosa con una visita al lugar más canalla del arte catalán.
Sí, hablo del White Rabbit, ese rincón rebelde donde la tradición catalana se mezcla con el arte contemporáneo, el diseño que rompe moldes y las historias que nadie más se atreve a contar. Aquí no hay vitrinas aburridas ni carteles que bostezan. Aquí se viene a descubrir la cultura a golpe de sorpresa, con ritmo, con actitud.

¿Crema catalana y cultura catalana en un solo día? Planazo, Bunny.
Pásate, curiosea, échate unas risas y llévate una sobredosis de lo auténtico.

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