Restaurantes que reinterpretan los platos catalanes de forma moderna

La cocina catalana no se anda con tonterías, Bunny. Es de fuego lento y de platos que llevan siglos dándolo todo en cazuelas de barro y mesas familiares. Pero, ¿y si te dijera que esos sabores de toda la vida ahora se sirven con espuma, con humo o en una cucharada que parece de otro planeta?

Bienvenido al lado más atrevido de la gastronomía catalana. Aquí no hablamos de los típicos restaurantes con mantel blanco y camarero serio. Aquí hablamos de los lugares donde la tradición se agita, se mezcla y se sirve con un twist. Porque respetar el pasado no significa vivir en él, ¿verdad?

Así que si eres de los que se atreve con lo nuevo sin olvidarse del sabor de la yaya, toma nota: estos restaurantes hacen magia con recetas catalanas…

1. Dos Pebrots: historia catalana en cada plato

Si quieres entender la evolución de la gastronomía catalana, Dos Pebrots es una parada obligatoria. Es el proyecto personal del chef Albert Raurich (sí, el mismo que pasó por el mítico elBulli) y cada plato es una historia que arranca en la cocina romana, pasa por la medieval y acaba en tu plato con un estilazo brutal.

¿Unos ejemplos? La butifarra negra que llega con un suflé de patata que parece nube, los callos que se visten de gala con piel de bacalao o una crema catalana desconstruida que sorprende en cada cucharada.

Este sitio no solo es cocina, es cultura comestible.

 

📍 Carrer del Doctor Dou, 19 – El Raval

2. Besta: mar y montaña (con pasaporte)

¿Te suena el clásico “mar i muntanya”? Pues en Besta lo han mandado de Erasmus. Aquí la cocina catalana se lía con la gallega y juntos montan una fiesta de sabores sin reglas.

Uno de sus greatest hits: suquet de peix con caldo de algas gallegas, intenso, salado, profundo como el Mediterráneo después de un mal día. Y el arroz meloso con toques cítricos… que te hace pensar que la vida es más sabrosa.

Y el local: rollo moderno, desenfadado, con ese aire de “aquí pasan cosas”.

 

📍 Carrer d’Aribau, 106 – Eixample

3. Alkimia: la alta cocina que no olvida de dónde viene

Si hay un lugar donde la cocina catalana se eleva a otro nivel, es Alkimia.

El chef Jordi Vilà reinterpreta platos tradicionales con técnicas de alta cocina, logrando versiones sorprendentes de clásicos como el fricandó, la coca de recapte o la escudella.

Cada plato es una obra de arte, pero sin perder la esencia de la cocina catalana de toda la vida. Aquí, la tradición no se rompe, simplemente se transforma.

 

📍 Ronda de Sant Antoni, 41 – Sant Antoni

4. Mont Bar: tapas de autor con ADN catalán

En Mont Bar, la cocina de siempre se convierte en alta gastronomía, pero sin perder el formato de tapas.

Aquí puedes encontrar desde un pan amb tomàquet con anguila ahumada, hasta un canelón de rustido con trufa negra que redefine lo que conocías sobre este plato.

La materia prima es de primera, la ejecución impecable y el sabor… mejor que en tu mejor recuerdo de la cocina de la yaya.

 

📍 Carrer de la Diputació, 220 – Eixample

5. Slow and Low: placer a fuego lento (y muy bien pensado)

Aquí no se corre. Aquí se cocina con calma, con mimo y con una maldita elegancia que te deja loco. Si eres de los que cree que las mejores cosas de la vida necesitan tiempo (como ese vino que solo mejora en silencio), Slow and Low va a ser tu templo.

Imagina un costillar que se deshace solo con mirarlo, un arroz que te atrapa como una charla que no querés que termine, o fondos más profundos que tus pensamientos a las 3 a.m.

Pero ojo, que este festín no nace de la nada. Barcelona, México, Londres y Yakarta dejaron huella en el alma de los chefs. 

Este sitio es todo un homenaje a la cocina lenta y sabrosa, pero con una vuelta moderna que te sorprende.

📍 C. del Comte Borrell, 119 – Eixample

Tradición y vanguardia: la chispa que lo revoluciona todo.

La cocina catalana no se ha quedado atrapada en el pasado. Todo lo contrario: se ha colado en laboratorios, se ha puesto el delantal más cool del mercado y ha empezado a jugar. Pero siempre con ese ingrediente secreto que no se puede copiar: el alma. 

Estos restaurantes no te sirven solo comida: te sirven una versión remixada de nuestra historia, sin perder la esencia. 

Y hablando de reinterpretar la tradición… Dicen por ahí que hay un museo rebelde donde las leyendas catalanas, las fiestas de barrio y los capgrossos se cuentan sin polvo ni vitrinas. No te vamos a decir el nombre (spoiler: es White Rabbit), pero si te dejas caer por ahí después de comer, seguro que sales con una sonrisa y alguna historia nueva que contar 😏


¿La tradición? Está viva. Y te está esperando.
Bon profit, Bunny 🍷🧄🔥

Crema Catalana

Bunny, hablemos de cosas serias. Bueno, serias a lo dulce: con una cuchara en la mano y esa capa crujiente de caramelo a punto de romperse.

Si vienes a Cataluña y no pruebas la crema catalana, ¿Realmente has venido? No… No me vengas con que estuviste en la Sagrada Familia, porque aquí lo importante es lo que pasa en tu plato. Y cuando se trata de postres, la crema catalana no es una opción, es LA opción. Esa textura cremosa, el toque de vainilla y cítricos que te deja tocado, y ese crujido glorioso de caramelo que rompe con el golpe perfecto… Venga, no me digas que no se te ha hecho la boca agua.

¿Y lo mejor? No, no cualquier crema catalana vale. Aquí no te voy a recomendar las típicas versiones industriales que se encuentran en todos lados, sino aquellas que te hacen pensar: “Esto es real?”. Así que prepárate, porque te voy a llevar a los mejores sitios donde la crema catalana se sirve como debe ser: con mimo, con historia y con el sabor auténtico que no se olvida.

Prepara la cuchara… y cuidado, que esto engancha 🍮

1. Can Culleretes: La tradición hecha postre

El restaurante más antiguo de Barcelona no necesita filtros de Instagram ni reinvenciones locas. Fundado en 1786 ha sobrevivido a guerras, dictaduras, modas absurdas y hasta la invasión del brunch. ¿Cómo? Sirviendo cocina catalana de verdad, sin maquillaje, con ese sabor que te agarra del alma y no te suelta. Aquí se sirve la crema de toda la vida; cremosa en el centro, aromática, con esa canela que te guiña el ojo y una capa de azúcar crujiente que suena crack.

La receta es la de siempre, sin florituras ni experimentos raros. Si buscas autenticidad y una experiencia catalana de verdad, sin postureos, este es tu sitio.

Además, el local en sí es una joya: paredes llenas de fotos, techos de madera, y un ambiente que mezcla locales, turistas despistados con suerte, y algún famoso que no necesita esconderse.

Así que si vas, ve con hambre y con tiempo. Porque aquí no se come, se celebra.

Y cuando termines tu crema catalana, mira a tu alrededor, respira hondo y sonríe. Estás en uno de los lugares más auténticos de toda Barcelona.
Y eso, Bunny, no se encuentra en ninguna guía turística.

📍 Carrer d’en Quintana, 5 – Barrio Gótico

2. El Glop: ese sitio donde comes como en casa… pero mejor

El Glop es de esos lugares que no necesitan gritar para que los escuchen. Aquí hay brasas, tradición y sabor del bueno, servido con una sonrisa y sin pretensiones. Y, ojo al dato: nació en 1978, en plena explosión de las fiestas mayores de Gràcia. O sea, que el lugar ya empezó con rumba, vino y alegría en vena. No podía salir mal. Desde entonces, ha sido un punto de encuentro para quienes buscan cocina catalana de verdad.

Desde fuera ya te guiña el ojo con sus barricas, sus manteles a cuadros y ese olor a calçots, butifarra y vino que se cuela por la puerta. ¿El secreto? La crema catalana… la crema catalana aquí te la sirven en su cuenco de barro, con esa capa de caramelo que brilla como un charco de sol. De las que te hacen decir: “una más, porfa”.

Tip de amigo: pide una copa de Moscatel para acompañar la crema. No por sofisticación, sino porque combinan como rumba y palmas.


📍 Carrer de Sant Lluís, 24 – Gràcia

3. Ca l’Isidre: la reina elegante del postre

Si te va el rollo elegante pero con sabor a abuela moderna, este sitio te va a hacer ojitos. Ca l’Isidre no es cualquier restaurante. Fundado en 1970, lleva más de 50 años demostrando que la tradición catalana no está reñida con la sofisticación. Vamos, que si la crema catalana fuera una señora, aquí llevaría perlas y Chanel… pero sabría hacer sofrito como los dioses. 

¿El artífice de esta joya? El señor Isidre Gironès, un maestro de la cocina catalana de mercado que ya cocinaba con amor antes de que eso fuera una etiqueta foodie. Y aunque él ya no está al mando, la casa sigue en manos de su hija, Nuria Gironès, que ha sabido mantener el listón alto sin perder ni una pizca de alma.

Y por si lo dudabas, sí: grandes nombres como Woody Allen, Ferran Adrià o los Reyes de España han pasado por sus mesas. Pero tranquilo, que tú también puedes sentarte sin tener que llevar corona. 

Aquí vienes a comer, a brindar y a decir “ufff” con la boca llena.

 

📍 Carrer de les Flors, 12 – El Raval

Y ahora que ya tienes el mapa dulce de la ciudad bien memorizado y las papilas gustativas pidiendo guerra, te lanzo un último capricho… 👀

Remata esta ruta cremosa con una visita al lugar más canalla del arte catalán.
Sí, hablo del White Rabbit, ese rincón rebelde donde la tradición catalana se mezcla con el arte contemporáneo, el diseño que rompe moldes y las historias que nadie más se atreve a contar. Aquí no hay vitrinas aburridas ni carteles que bostezan. Aquí se viene a descubrir la cultura a golpe de sorpresa, con ritmo, con actitud.

¿Crema catalana y cultura catalana en un solo día? Planazo, Bunny.
Pásate, curiosea, échate unas risas y llévate una sobredosis de lo auténtico.

Vermut y Tapas

Bunny, vamos a ponernos serios.

 

Bueno, serios a lo catalán: con una copa de vermut en la mano y una tapita al lado.

¿Sabías que el vermut es mucho más que una bebida? Es casi una religión aquí en Barcelona.

Se trata de esa pausa gloriosa antes de comer, un ritual de fin de semana que combina lo mejor de dos mundos: beber y picar.

¿El plan? Encontrar un rincón con carácter, pedir un vermut bien frío y dejar que el tiempo pase sin prisa.

Y no te preocupes, que te tengo cubierto: hoy te voy a llevar a las mejores vermuterías de la ciudad.

No esperes rollos turísticos, aquí vamos a lo auténtico.

¿Preparado? Vamos allá. 🍷✨

Pero antes, ¿de dónde viene esta maravilla?

Un pequeño paréntesis cultural, porque si vas a beber vermut, más vale que lo hagas con algo de conocimiento.

Resulta que el vermut nació en Italia, allá por el siglo XVIII, como un vino aromatizado con hierbas y especias. Los franceses lo llevaron a otro nivel con sus versiones secas, pero aquí en España, y especialmente en Cataluña, lo convertimos en un arte. Mezclamos nuestra pasión por las cosas bien hechas y ese toque de buen vivir.

En la última década, ha sido como esa prenda vintage que ahora ha vuelto a la moda… y más cool que nunca.

Ya, ya, menos historia y más chicha, ¿verdad?

Pues venga, aquí tienes la ruta definitiva para tomar el vermut en Barcelona como un crack. 🎯

 

1. Quimet i Quimet: El Olimpo del Vermut y las Tapas

¿Vas a venir a Barcelona y no vas a probar las tapas de Quimet i Quimet? No, Bunny, eso no puede pasar.

Este lugar es una joyita escondida en el barrio del Poble Sec. Es un sitio de esos que te hacen sentir como si en cualquier momento algún Peaky Blinders pudiera entrar por la puerta, con ese aire de los años 20 y un toque de peligro y estilo, donde la comida y el vermut se convierten en una verdadera obra de arte.

Bueno, además de un vermut que podría convencer hasta al más escéptico, tienen una selección de tapas que son pura poesía. Son las típicas pequeñas delicias que te transportan directamente a lo mejor de la gastronomía catalana.

Quimet i Quimet se lleva el premio a la experiencia total: pides un vermut (y si eres valiente, prueba el vermut de grifo) y te lo acompañas de una tapa tan creativa como deliciosa, como el montadito de salmón con miel y yogur.

Y no te vayas sin probar las croquetas de la casa (básicas, pero que nunca decepcionan).

El vermut aquí se sirve bien frío y con un toque de naranja que te hace pensar:
«¿Por qué no descubrí esto antes?»

2. La Bodegueta de Ca’l Pep: Tradición Catalana con Sabor Local

Si te molan los lugares con ese encanto de toda la vidaLa Bodegueta de Ca’l Pep es tu destino.

Este sitio lleva años siendo una de las vermuterías más populares de la ciudad. Aquí no hay pretensiones ni postureo, solo buena comida y vermut como debe ser.

En este rincón de Gràcia, la tradición catalana brilla con platos preparados con cariño y mucho sabor, como los calamares a la romana o las albóndigas con sepia.

¿Y el vermut? Ya sabes: aquí es sagrado.

Acompáñalo con una buena tapa y prepárate para hacerle un hueco a esta vermutería en tu lista de imprescindibles. 🍷✨

 

3. Senyor Vermut: Una Buena Sorpresa de Tarragona

Pasemos a algo diferente. En Senyor Vermut, no solo te sirven un vermut de escándalo, sino que además es de elaboración propia. ¿Cómo te quedas?

Ellos mismos lo producen en Tarragona, y te lo traen a Barcelona con todo el cariño del mundo. Es un vermut de edición limitada, y en cada ocasión lo envasan con una botella o un diseño diferente.

Sí, Bunny, no es el vermut industrial que te sirven en todos lados, no. ¡Aquí sí que se lo curran!

Una bebida tan única que te va a sorprender y el lugar tiene un toque vintage que te hace sentir como si estuvieras en un bar de los años 50, con esa atmósfera cálida y acogedora.

Además, sus bravas tienen fama de ser de las mejores de la ciudad. ¿Coincidimos?

4. Superclassic: Vermut Casero 

Este lugar hace honor a su nombre.

Superclassic es todo lo que un amante del vermut podría desear: un local sin pretensiones, vermut casero que te hará dudar de todos los que has probado antes.

Es aquel lugar donde el vermut no es solo una bebida, sino una forma de vivir. Está escondido en una esquina del Raval, y lo mejor de todo es su terraza. Sí, esa pequeña joyita al aire libre donde puedes sentarte y disfrutar del solete mientras te tomas un buen vermut acompañado de unas olivas rellenas.

Superclassic te hará sentir como si fueras uno más del barri y eso, Bunny, es algo que te va a molar 😉

5. Bar Casa Almirall: Historia en Cada Sorbo

Si el vermut fuera una novela, Casa Almirall sería uno de sus capítulos más intrigantes.

Además del vermut, aquí se despacha la famosa absenta, esa bebida de los artistas y bohemios que querían ver la vida con un toque… diferente.

Desde que llegas, la fachada ya te cuenta una historia, y cuando cruzas la puerta, empieza el viaje: un espacio íntimo que parece sacado de otra era.

Lo primero que atrapa la mirada es el imponente mostrador de mármol, donde descansa una escultura de la Exposición Universal de 1888.

Este sitio no es solo para beber, Bunny; es un templo para sentirte como un maldito poeta de finales del XIX (¡aunque intenta no acabar perdido entre versos y absenta!).

Eso sí, el vermut sigue siendo el protagonista.

Pide uno, déjate llevar, y prepárate para viajar en el tiempo sin moverte del taburete.

Bonus track: cómo disfrutar del vermut como un auténtico barcelonés

Antes de lanzarte a explorar esta lista, aquí van un par de verdades.

Uno: el vermut no se toma solo. Siempre va con algo para picar, ya sea unas olivas, unas bravas o unas anchoas de las buenas.

Dos: esto no va de correr. Hacer el vermut es un arte lento, relajado, más sobre disfrutar el momento que sobre la bebida en sí.

Y tres: huye de los lugares de postal. Confía en esta lista, aquí se juega en otra liga.

Así que ya lo sabes, Bunny: si de verdad quieres sentir Barcelona en las venas, aparca la Sagrada Familia por un rato y lánzate a recorrer estas vermuterías.

Porque sí, Gaudí es arte, pero una copa de vermut bien servida un domingo es lo que te conecta con la auténtica esencia de esta ciudad.

¿Nos vemos en alguna de estas barras?

Salud y bon profit 😉

Los 5 mejores bares de bocatas en Barcelona

Hey, Bunny, ¿acabas de aterrizar en Barcelona con ganas de callejear, descubrir lo inesperado y darle la espalda a lo típico?

Entonces, bienvenido al lado salvaje.

Olvídate de esos menús de paella y sangría en Las Ramblas, porque eso sí que es una red flag más grande que llevar calcetines con sandalias.

Lo que necesitas es una dosis de Barcelona auténtica, y ¿qué mejor que empezar por los bocatas?

Ah, los bocatas.

Básicamente, son la versión española de un sándwich, pero con más actitud. Piensa en pan recién hecho abrazando ingredientes que podrían protagonizar su propia película gourmet.

Aquí te traigo el top 5 de bares donde cada mordisco vale más que alquilar un patinete eléctrico para pasear por la Barceloneta (y eso que el patinete tiene su rollo, pero ya me entiendes).

Abróchate la servilleta, porque nos vamos de ruta. 🥖🔥

1. Bar Torpedo: Bocatas con actitud


Este lugar es puro rock and roll.

Bar Torpedo no es un bar cualquiera; aquí los bocatas son una explosión de personalidad.

Cada uno es una explosión de sabores, y los ingredientes están escogidos como si fueran estrellas de un casting.

El pan, crujiente por fuera y suave por dentro, es solo el principio de una experiencia que hará que todo lo que pensabas sobre los bocatas se quede en el pasado.

La estrella indiscutible es su bocata de lengua de pastrami: lengua de ternera marinada, mostaza de hierbas y queso fundido.

Pero no es lo único que te hará volver.

Aquí también sirven uno de los mejores patty melts que jamás probarás, que te hará decir “wow” en más idiomas de los que conoces.

¿Y el local? Pequeño, sin postureos, pero con un rollo underground que te hará sentir como si hubieras descubierto un secreto que ni los locales conocen. 🎸🔥

2. Entrepanes Díaz: Elegancia entre dos panes


Entrepanes Díaz es como esa persona que aparece impecable en cada foto de Instagram, pero sin ser pesada.

Aquí se respira estilo. Te sientas en una barra con espejos, azulejos y un aire a los bares de toda la vida, pero con un toque sofisticado.

Es como mezclar lo clásico con un filtro vintage perfecto.

El bocata de roast beef es un clásico entre los clásicos. Jugoso, con salsa tártara casera y un pan que parece hecho por dioses panaderos.

Pero no te quedes solo con ese; cualquier cosa que pidas aquí será como una pequeña obra de arte.

Este es el sitio donde traes a alguien si quieres impresionar sin parecer que te estás esforzando demasiado. 😉✨


 

3. Bar del Pla: Bocatas con un twist descarado


Para un toque más moderno, Bar del Pla es tu parada.

Situado en el Born, este bar combina tradición con creatividad.

Sus bocatas están hechos con ingredientes locales de primera calidad, pero con un giro inesperado que los hace únicos.

El bocata de butifarra con cebolla caramelizada y alioli es el rey aquí. Es sencillo, pero con una explosión de sabor que te hará querer otro al instante.

Además, el ambiente es acogedor, perfecto para una parada antes de seguir explorando la ciudad.

4. Bar Sanz: Un clásico humilde de Barcelona


Si quieres empaparte de historia y sencillez, Bar Sanz es el lugar perfecto.

Fundado en 1973 por la familia Sanz, este bar es un auténtico emblema de la ciudad, y su encanto radica en lo humilde.

No te encontrarás con decoraciones llamativas ni con pretensiones, pero sí con un ambiente acogedor que ha resistido la prueba del tiempo.

El bocata más famoso aquí no es el clásico de calamares (aunque ese también es un campeón), sino el “Informático”.

Este bocata nació gracias a los estudiantes de telecos, que se aburrían de los bocadillos de siempre y decidieron crear una obra maestra de pura energía: lleva salchichas variadas, beicon crujiente, jamón cocido y queso fundido, como si estuvieran programando un código para la felicidad.

Es un festín en pan, con más energía que un café doble y mucho más sabroso.

Lo mejor de todo es el trato familiar y cercano que te hace sentir como en casa.

Es el sitio ideal para desconectar y disfrutar de un bocata con historia, y lo que es aún mejor, sin perder la esencia de la Barcelona más auténtica

5. Conesa: Bocatas con historia


Conesa es el abuelo cool de esta lista.

Abrieron sus puertas hace más de 60 años y todavía están dando caña.

Situado en el corazón del Gòtic, este es el tipo de sitio que no necesita adornos ni hype, porque el sabor habla por sí solo.

Aquí todo gira en torno al pan tostado perfecto y los ingredientes frescos.

Si hay un bocata que encapsula la esencia de Barcelona, es el de jamón y tomate. Y en Can Conesa, lo hacen como nadie.

En este bar los bocatas son pura tradición, con un pan crujiente, tomate madurado al sol y jamón que podría ganarse una ovación en cualquier mesa catalana.


Bonus track: Lo que no debes hacer


A ver, Bunny, no te voy a juzgar (mucho), pero aquí tienes un par de NOs para que tu ruta sea impecable:

  1. No te conformes con lo turístico: hay más vida fuera de la zona cero del turismo. Atrévete a explorar barrios como Gràcia o Poble-sec.
  2. No te olvides de las bebidas: En estos sitios, acompaña tu bocata con una birra o un buen vermut local… Si no, te estás perdiendo la mitad de la experiencia.


Así que ahí lo tienes, la ruta definitiva de bocatas en Barcelona que una guía turística jamás te enseñará.

Aquí no hay mapas ni clichés, solo comida que cuenta historias y lugares con alma.

Ahora depende de ti, Bunny: salta fuera de los caminos trillados y métete de lleno en esta aventura gastronómica.

Ah y cuando termines, hazte un paseito por Passeig de Gràcia para bajar la comida y pásate por la madriguera a saludar! 🐰

Las mejores tortillas de patatas en Barcelona

Barcelona no es solo playa, Gaudí, los tours en segway y selfies con la Sagrada Familia (aunque te perdono si lo hiciste alguna vez).

La verdadera magia de esta ciudad está en los detalles, en esos lugares donde los locales se refugian, donde el catalán vuela de mesa en mesa y donde el paladar se encuentra con un goce inesperado.

Hoy, Bunny, te llevo de la mano por un recorrido que va directo a un icono culinario que todo el mundo cree conocer, pero pocos disfrutan como se debe: la tortilla de patatas.

No hablamos de cualquier tortilla, hablamos de la reina de las reinas de las tortillas, que te harán replantearte la vida.

Así que deja el bocata rápido para los guiris y vamos a por lo bueno. Porque si hay algo que los catalanes saben hacer, aparte de los calçots y vermut caseros, es darle un giro maestro a este plato tan simple y tan glorioso.

¡Arrancamos!

LE TRUITES – L’EIXAMPLE

El paraíso escondido en Barcelona donde la tortilla no es un plato, es pura fantasía.

Aquí no se conforman con la típica de patata, no, aquí van a full: tortilla de alcachofas, de butifarra y, sí, agárrate, de chocolate. Es como si la “yaya” se juntara con un chef loco y decidieran romper todas las reglas.

Mientras otros sitios te sirven platos del día aburridos, aquí las tortillas son pura diversión y cero tonterías.

¿Listos para flipar con cada bocado?

FLASH FLASH – SANT GERVASI

Aunque su look grita «setentas» por todos lados, el Flash Flash sigue siendo tan moderno que parece que tiene una máquina del tiempo. Obra de los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá, es ese rincón secreto que lleva desde los 70’s rompiéndola en el mundillo foodie de Barcelona, con una decoración retro-chic que parece sacada de una película.

Este lugar es una fiesta de generaciones: abuelos, padres, hijos y hasta nietos se dan cita en este templo. Aquí todos salen con una sonrisa. Y sí, tienen de TODO: desde la clásica con cebolla hasta versiones con sobrasada o espinacas. Perfecta para compartir, aunque querrás comértela entera y si quieres sorprenderte, prueba la Lay’s: con anchoas, tomate seco italiano y pesto rojo. Sé que suena atrevido, pero confía. Esto es arte en forma de huevo.

 

BAR ALEGRIA – L’EIXAMPLE

Si quieres probar una tortilla que te haga llorar de emoción, aquí la tortilla trufada es un verdadero viaje al paraíso. Y no, no exagero.

Es de esas que te hacen mirar al camarero y preguntar: “¿Esto es legal?”.

Además, acompañada de clásicos como la ensaladilla rusa (la mejor de Barcelona, ojo) y una tostada con anchoas y mantequilla ahumada que te dejará pidiendo más.

Olvídate de los restaurantes turísticos, en Alegría se come como un dios local. Y te lo dice un amigo que sabe 😉.

 

CAL PEP – EL BORN

Las tortillas aquí son una cosa de otro planeta: con un interior cremoso, aterciopelado y fundente que te hará pensar si la vida es solo un mal sueño comparado con ese primer bocado.

Sus tortillas de patata son un capítulo aparte: cremosa, aterciopelada, fundente… (lo siento, no apta para fans de lo seco). Es como morder un pedazo de felicidad.

En serio, olvídate de las tortillas secas y chicladas, las que te venden envasadas al vacío. Si de verdad quieres flipar, te lo prometo, este es el tipo de plan que te hará sentir como un local.

  

BAR BODEGA CAN ROS – GRACIA

Después de un día paseando por la ciudad y esquivando paellas congeladas, échale un ojo a Can Ros. Este bar-restaurante tiene el balance perfecto entre tradición y modernidad. Su tortilla de patatas es simplemente perfecta: hecha al momento, con el punto exacto de cuajado y una cebolla caramelizada que dejaría al chef Michelin pidiendo la receta. Y si te quedas con ganas de más, te voy a dar un tip que no le cuento a cualquiera… su arroz negro también es de otro nivel, sentirás que descubriste un tesoro local. ¿Nos guardamos este secreto entre nosotros, Bunny? 😉



¡Listo! Aquí tienes tu guía con cinco lugares que te harán entender que una tortilla de patatas no es solo huevo y patata (o huevo, patata y cebolla?). Es una oda a la simplicidad, una caricia al paladar y, sobre todo, una excusa perfecta para perderte por las calles de Barcelona como un local más.

Así que ya sabes, deja de lado los menús trampa para guiris y explora la ciudad con el hambre y la curiosidad que mereces. Barcelona no te va a fallar y recuerda: White Rabbit siempre sabe dónde están los sitios que realmente valen la pena. Y si una rica tortilla te da ganas de seguir descubriendo la esencia de la cultura catalana, pásate por la madriguera, te prometo que aquí también encontrarás historias que alimentan, pero esta vez la curiosidad… ¡Bon profit!